Abrazado a mi némesis

Hoy he despertado abrazado a mi némesis. Y no me ha resultado extraño. En este año que termina, tan apresuradamente, me he descubierto muchas veces rebuscando, en los contenedores de basura de mi vida, tantos presentes que había desechado sin vivirlos. Es lo que suele ocurrir cuando dejamos que los propósitos se pongan al mando; por muy buenos que sean, nos embarcan en proyectos que no son nuestros, nos separan de las únicas imágenes reales que nos corresponden, nos obligan a deshacernos de los presentes que nos constituyen, los únicos en los que realmente podemos encontrarnos a nosotros mismos.

Dicen que como mejor se conoce a una sociedad es por su basura, porque todo lo que tira y convierte en desecho no es más que una parte de su esencia, revelación de sus miserias y sus miedos. Así lo vivo yo también, muchas veces hablan más de mí mis descartes que mis proyectos, y en cada bolsa de basura existencial que tiro van también partes esenciales de mi yo más auténtico, que después rebusco en todos los vertederos que he ido creando a mi paso por la vida, porque sin lo que yo creía no ser yo, ya no sé quién soy realmente.

Al hacer balance del año, soy consciente de mi esfuerzo por catalizar mis miserias personales, por hacerme fuerte y armarme de valor para mirar de frente a mi némesis, reconocerme en ella y frenar la tentación de convertirla en descarte, mantenerla lejos de mis proyectos, suplirla por mis sueños y por imágenes que me contenten. Es por eso que, cada vez que esos sueños me devuelven la imagen de fortaleza y seguridad con la que necesito presentarme ante el mundo, un mantra de conciencia comienza a rebuscar, primero en mi cabeza, después allí donde pongo mi corazón, de entre lo que he desechado, porque decidí que no era digno de llamarlo mío, esa parte de mí que me define infinitamente más que lo celosamente conservado.

Me reconozco buscador incansable de mi némesis, a ella quiero seguir abrazado cada mañana, en un encuentro que me libere de las falsedades con que me disfrazo para sobrevivir. Necesito abrazar, aplaudir, integrar, hacer mío todo lo que alguna vez decidí que no era yo; bucear en lo inconsciente que otros sí conocen, y yo ni siquiera miro de frente. Y es que sé, y no ha sido fácil llegar a saberlo, que mientras no abrace a mi némesis fuera de los sueños el resto de las busquedas que conforman mi vida serán, en sí mismas, solo un sueño, una ilusión pasajera.

2 comentarios en “Abrazado a mi némesis

  1. Temible abrazarse a esos descartes y a la vez ser justos y quedarse desnudo ante uno mismo… Tarea que merecemos hacer para crecer y re-encontrarnos… Me vino muy bien tu reflexión…

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