#trinitario

Por lo general tengo que explicar qué es eso de ser trinitario. Supongo que la mayoría de los que lean esto ya lo sabrán, de cualquier modo, no viene mal una pequeña idea. Más que una idea un sentimiento. Ser trinitario es más que ser miembro de la Orden de la Santísima Trinidad, es más, mucho más, que haber hecho unos votos religiosos. Ser trinitario es cuidar cada día lo que Dios hace a través de mis manos, de mis labios, de mi mirada. Es creer en las posibilidades interiores del que tengo delante de mí y no sólo librarle de sus cadenas. Es cierto que los trinitarios somos más conocidos por eso de la liberación, pero si la liberación del otro no me libera también a mí, incluso de aquello que me empuja a liberarle, sirve para bien poco, sigue estando atada a mi vida y aquel al que libero se puede acabar convirtiendo en esclavo de mi bondad y amor-de-Dios.

Ser trinitario es esperar y creer en el cambio, aun cuando el cambio no está en el horizonte. Es saberme siempre en comunidad. Ser trinitario no me limita a una presencia de Dios en las cosas y en las personas conocidas, me abre y descoloca continuamente, me acerca y me aleja.

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