La tercera entrega va de savia nueva, por eso el necesario cambio en el título, que no por ello pierde continuidad con los anteriores. La educación toma fuerza como actividad propia trinitaria gracias la visión profética de mujeres que no leían el carisma trinitario en sentido restrictivo, que aprovechan los escasos medios a su alcance para ofrecer verdaderas oportunidades de redención, que siguen la intuición de San Juan de Mata y la encarnan en las cautivas y cautivos de su tiempo, de todos los tiempos.
En 1660, cuatro jóvenes de Saint Nizier de Fornas pidieron permiso al obispo de Lyon para abrir una escuela de niñas pobres, y lo recibieron con el compromiso de no constituirse en congregación religiosa. Una de estas jóvenes, Jeanne Adrian, organizó formalmente la comunidad y obtuvo la afiliación a los trinitarios franceses en 1695, adoptando la regla de vida de las trinitarias descalzas españolas. La congregación fue creciendo y expandiéndose, a pesar del revés que supuso la Revolución francesa, y desde mediados del siglo XIX otras pequeñas congregaciones de religiosas trinitarias fundadas también en Francia se fueron fusionando al grupo de Saint Nizier-Valence: trinitarias de Lyon en 1852, trinitarias de Plancoët en 1871, trinitarias de Dinard en 1871, trinitarias de Sainte Marthe en 1964; todas ellas fundadas para educación de niñas pobres y abandonadas. Actualmente la Congregación de Religiosas de la Santísima Trinidad, conocidas como Trinitarias de Valence, mantiene su misión de evangelización, educación y espiritualidad con nueve colegios en Madagascar, ocho en Francia, dos en Bélgica y uno en cada uno de los siguientes países: España, Camerún, República del Congo, Gabón y Filipinas; también con programas de formación para comunidades campesinas y mujeres en Perú y Colombia.
El 2 de febrero de 1719 Isabel Moreno Caballero tomaba en Sevilla el hábito de beata trinitaria de manos del Ministro provincial de los trinitarios calzados fr. Juan Palomero. En 1728 los trinitarios cedieron unas casas frente a su convento sevillano y quedó constituido el Beaterio de la Santísima Trinidad, con la regla de vida del monasterio de trinitarias recoletas de El Toboso y la misión de acoger, mantener y educar a niñas huérfanas y desvalidas, así como dar enseñanza a niñas pobres. Desde la muerte de la fundadora en 1774, Isabel de la Santísima Trinidad, el Beaterio se ha ido manteniendo con no pocas dificultades, a veces contando con apoyos de importante eclesiásticos o de no menos importantes nobles, incluso de la familia real, en otras ocasiones con el único apoyo de la providencia, pero siempre fiel a su misión original, hasta el presente. En 2012 el Beaterio sevillano se fusionó con la Congregación de Hermanas de la Santísima Trinidad.
En Italia, concretamente en Avezzano, localidad de los Abruzzo, las Suore Trinitarie di Roma abrieron su primera escuela para niñas desfavorecidas en 1762. Habían sido fundadas poco antes por María Teresa Cucchiari, de la Orden Tercera Trinitaria, y el acompañamiento de los trinitarios descalzos de San Carlo alle Quattro Fontane de Roma. Aún hoy mantienen la educación a la infancia y juventud, sobre todo pobre y necesitada, como misión principal de la congregación y la desarrollan mediante los colegios que tienen en Italia, Estados Unidos, Madagascar y Filipinas.
Las jóvenes Isabel Suñer y Buenaventura Veny pertenecían a la Cofradía de la Santísima Trinidad de Felanitx, en Mallorca. En los primeros días de octubre de 1809, animadas por el trinitario calzado fr. Miquel Ferrer, comenzaron a vivir de modo sencillo y comprometido la Regla de San Juan de Mata. Se les unió Sebastiana Sbert y en 1826 fr. Miquel Ferrer les entregó una regla de vida como Religiosas Terciarias de la Orden de la Santísima Trinidad. Su fuerte compromiso social las ha caracterizado desde la fundación hasta nuestros días, heredado de la espiritualidad trinitaria redentora del padre Ferrer, que en la sociedad mallorquina se significó por la denuncia social y la defensa de una Iglesia pobre y para los pobres. Esta encarnación del carisma trinitario las sigue empujando a apostar sin ambigüedades por la educación de niños y jóvenes mediante escuelas de clara iniciativa social, los hogares de menores e iniciativas de promoción de la mujer. Tienen cuatro colegios en España y tres en Perú.
En Valencia, el 6 de enero de 1881, cinco jóvenes terciarias trinitarias, Tomasa Balbastro, Rosa Cuñat, Salvadora Cuñat, Ana María Gimeno y Rosa Campos, asesoradas por el trinitario descalzo fr. Juan Bautista de la Concepción Calvo, fundaron el Instituto de la Santísima Trinidad, con la misión principal de crear escuelas que liberasen a las niñas y jóvenes de la esclavitud de la ignorancia y de la pobreza. En los suburbios de Valencia, por iniciativa del sacerdote D. Manuel Badal, se promovieron unas escuelas gratuitas que fueron encomendadas a las trinitarias y abrieron sus puertas en 1885, hasta el presente. Vinieron después otras fundaciones, de las que actualmente quedan cinco colegios en España, dos en Argentina y uno en Madagascar.
Decíamos que el Beaterio de la Santísima Trinidad de Sevilla se fusionó en 2012 con la Congregación de Hermanas de la Santísima Trinidad. Este instituto religioso se fundó el 2 de febrero de 1885 en Madrid por el sacerdote Francisco de Asís Méndez y la joven Mariana Allsopp, ambos se consideraron continuadores de la labor liberadora de la Orden Trinitaria, a la que poco después fue agregada la congregación La primera casa estuvo en la calle del Obelisco, a las afueras de Madrid, y en ella promovieron talleres para jóvenes acogidas. Esta ha sido una constante en la misión y el discernimiento de la congregación, comprometidas por sacar de la calle a jóvenes, chicas y chicos, ofreciéndoles una formación que todos les regateaban, con una puerta siempre abierta, no solo como lema sino como estilo de vida trinitario; no es de extrañar que en Madrid las conocieran como las locas del Obelisco. La necesidad de contar con nuevos espacios las llevó hasta la calle del Marqués de Urquijo, donde compraron una casa que, tras sucesivas ampliaciones, es ahora la principal del instituto. Tras el Concilio Vaticano II los talleres e internados fueron transformándose en escuelas profesionales, adaptándose a los nuevos tiempos, y en las que mantienen vivo el espíritu de los fundadores y el carisma trinitario. Actualmente tienen colegios y escuelas profesionales en España y Argentina, además de centros educativos no formales para jóvenes en Méjico, Uruguay, India y, próximamente, en Kenia.
Para terminar, el curioso caso de la escuela del Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa, en Cantabria. Las Monjas Trinitarias son parte de la Orden de la Santísima Trinidad y los Cautivos desde que en 1236 Doña Constanza de Aragón, hija natural del rey Pedro II, fundó el primer monasterio en Avinganya (Lérida). Las Monjas trinitarias han vivido su misión históricamente mediante la vida contemplativa y la unión espiritual a la actividad redentora del resto de la Orden. En 1860, desde el Monasterio de Monjas Trinitarias de El Toboso, se fundó un nuevo monasterio en Suesa, liderado por la santanderina Sor María Cruz de la Purísima Concepción. El gobierno de la Unión Liberal había decretado que las nuevas fundaciones de comunidades religiosas solo serían aprobadas si estaban involucradas en una labor social. Al no haber escuela en la zona, y desde el carisma trinitario liberador, decidieron abrir una escuela para niños y niñas que imparta las clases de forma gratuita. El colegio se mantuvo hasta 1974, a partir de los documentos del Concilio Vaticano II y otros posteriores, la comunidad de monjas optó por un modo de vida íntegramente contemplativo y cerró la escuela. En los últimos años aquella opción ha permitido una reflexión que aportara identidad al monasterio, transformando las viejas aulas en espacios para la hospitalidad, la acogida y el acompañamiento, promoviendo una escuela monástica de oración y de reflexión teológica a partir de la espiritualidad trinitaria.
Me gusta este final. Nuestras hermanas de Suesa acompañan hoy el compromiso trinitario por una educación libre y en libertad, de todas y para todas las personas, sin complejos, como signo de los tiempos. Poco podremos aportar y educar desde el conformismo de los medios, las programaciones y los valores, si perdemos la pedagogía de la espiritualidad. Esta es la única que salvará nuestra oferta educativa.
