El año de Saeko, de Kyoichi Katayama (2006)

El año de Saeko de Kyoichi Katayama es algo más que el estilo novelístico japonés de moda. A pesar de seguir un patrón y un ritmo muy parecidos, Katayama en esta novela (que ha tenido que esperar cinco años para ser traducida al castellano, seguramente a la sombra del éxito de Un grito de amor desde el centro del mundo) profundiza mucho más en los personajes que Murakami, si bien no llega al mismo nivel que Ishiguro.

Saeko y Shun’ichi forman un matrimonio de supervivientes, que no acaban de encajar en una sociedad de la prisa, lo prefabricado y enlatado, la economía capitalista brutal, a pesar de que forma parte de su existencia. Su lucha particular contra el sistema despierta tras la propuesta “solidaria” de la hermana de Saeko. Necesita su útero para poder ser madre, despertando la conciencia rebelde de Saeko, que toma forma de locura, o de “sano juicio”, y sitúa a la pareja ante la búsqueda de espacios puros y sencillos, pero para alcanzarlos tendrán que huir lejos, a la “naturaleza intocada”, la misma que buscó Matsuo, el jefe de Shun’ichi, en su cáncer terminal.

En mi opinión, la novela tiene muchos altibajos narrativos, hay momentos de intensidad zen, que se abren como flor de loto en medio de un estanque de aguas sucias, y hay también momentos en que los personajes se quedan a medias, el argumento no se define y da la sensación de estar perdidos. Es una buena lectura, teniendo siempre en cuenta, eso sí, que es literatura japonesa, no se puede perder de vista este detalle.

Mi personaje: Matsuo, el jefe de Shun’ichi, aparece en a novela casi de refilón, en tres ocasiones y sólo por referencia, pero lo considero el personaje clave para que Shun’ichi se dé cuenta de lo que ocurre a su alrededor y tome las opciones que necesita para su felicidad y la de Saeko. 

Dejo también dos párrafos que me han tocado:

Aunque dos personas hablen de forma subjetiva, las palabras carecen de sentimiento. Distraídas, ambas personas, con las palabras, no llegan a sentir emoción alguna. Las palabras van deslizándose suavemente por encima de los hechos como lo que son: palabras.

El ser humano, mediante la ejecución de acciones de carácter económico, se ha venido enfrentando sin cesar a la naturaleza. Como resultado, la naturaleza intocada ha desaparecido de la faz de la tierra. Incluso un útero. Ya no es el lugar íntimo que permite conectar con el futuro o con el universo, sino que, sujeto al control de los conocimientos y los deseos humanos, ha entrado en el ámbito de lo económico. En el útero de Saeko estaba presente el capitalismo salvaje. Y quizá su locura -más bien, su sano juicio- era un rechazo a esta barbarie.

Y si alguien se anima, que la disfrute.