Los orígenes de San Juan de Mata

Esta semana se celebran 807 años de la muerte de san Juan de Mata, fundador de la Orden de la Santísima Trinidad y los Cautivos. Como el pasado año lo dediqué a las peripecias de sus reliquias y sarcófago, este toca indagar sus orígenes, que seguro no dejan a nadie indiferente. En la tradición de la Orden lo más que se dice sobre los primeros años de vida de San Juan de Mata es que nació en Faucon de Barcelonnette, un pequeño pueblo de la Provenza donde aún hay una comunidad trinitaria en memoria de su fundador. Hace más de veinte años, Rosalía, religiosa trinitaria de Barcelona, comenzó a hablarme de historias que remontan los orígenes de San Juan de Mata a Cataluña. Mi interés por el tema no fue más allá de la típica broma de que todo en este mundo tiene un origen catalán, hasta que tuve ocasión de visitar Gombrèn y conocer al Dr. Eudald Maideu.

Gombrèn es un pequeño pueblo de la comarca del Ripollés, en las estribaciones del Pirineo catalán, conocido por ser lugar de nacimiento del dominico san Francisco Coll (1812-1875), fundador de la congregación de Dominicas de la Anunciata, y también por ser lugar de las correrías y desventuras del conde Arnau. Es en este pueblo donde encontré un vínculo menos conocido con la Familia trinitaria, ya que en él muchos sitúan los orígenes de san Juan de Mata.

Para encuadrar esta tradición tenemos que remontarnos al siglo XI, que ya documenta la presencia en Gombrèn de los señores de Mataplana, linaje que comenzó con Hugo I de Mataplana en 1076. A mediados del siglo XII es Señor de Mataplana Hugo III, que hizo del castillo de Mataplana un centro de trovadores de fama europea, allí mantuvieron sus luchas juglarescas los famosos Ramón Vidal de Besalú y Guillermo de Berguedá, y en ellas participó Ponç de Mataplana, hermano de Hugo, que fue consejero del rey Alfonso II, el trovador. En el siglo XIII Hugo V de Mataplana participó como caballero de Pedro II de Aragón en las batallas de las Navas de Tolosa y de Muret, muriendo en esta última junto al rey. Ya finalizando el siglo, otro Hugo, hijo de Hugo VI de Mataplana, fue famoso jurista, consejero real y obispo de Zaragoza, como tal coronó a Jaime II de Aragón. Una hermana del obispo, Blanca de Mataplana, casó con Galceran d’Urtx, y recibió del rey Jaime I, el conquistador, el título de baronesa de Mataplana.

En 1320 la familia dejó el castillo de Gombrèn y se instaló en un palacio de la Pobla de Lillet, incorporando el condado de Pallars. Veinte años después, un nieto de la baronesa Blanca, Arnau Roger II de N’Hug recibió los derechos como conde de Pallars, barón de Mataplana y señor de Gombrèn y se instaló en el castillo, mandando construir en sus proximidades una capilla dedicada a san Juan de Mata, a quien consideraba un ilustre pariente. En 1373, muerto el conde y tras numerosas revueltas populares a causa de los abusos por él cometidos, sus herederos venden la baronía de Mataplana a Pere Galceran, barón de Pinós, de este modo se extingue la sucesión del linaje, quedando solo la denominación feudal de baronía de Mataplana, hasta su abolición con los Decretos de Nueva Planta de 1714.

Es por el conde-barón Arnau Roger II de N’Hug que tenemos una referencia a san Juan de Mata como parte de la noble familia catalana, y es este el Mataplana que inspirará la leyenda del Comte Arnau, condenado por sus amoríos con una abadesa y por no cumplir ciertos pagos prometidos, a cabalgar eternamente la noche de difuntos sobre un caballo negro, al que salen llamas por boca y ojos, en busca de las almas de incautos y confiados.

En la primera mitad del siglo XIX algunos historiadores y estudiosos, como Manuel Milà Fontanals, rescatan tradiciones y leyendas de esta comarca del Ripollés, entre otras las relacionadas con los Mataplana más famosos, el Comte Arnau y Sant Joan de Mata. En una de ellas, la más extendida en Gombrèn, se habla de Juan de Mata concebido en el castillo de los Mataplana, donde el que sería su padre se recuperaba de heridas de guerra y fue visitado por su mujer, esta regresó a su lugar de residencia en la Provenza, donde dio a luz a Juan.

Otra de las tradiciones tiene un mayor valor historiográfico. Volvamos al siglo XII, entre los años 1145 y 1162 se producen las guerras por el control del condado de Provenza entre las casas condales de Baux y de Barcelona, todos los vizcondados y señoríos vasallos del condado de Barcelona son llamados a luchar junto a su soberano, Ramón Berenguer, que finalmente gana la guerra y los derechos sucesorios. Uno de los señoríos que lucharon en Provenza fue el de Mataplana, liderado por Hugo III.

Eufemi de Mataplana, uno de los parientes de Hugo, tras las guerras balcenques recibió del conde de Provenza Ramón Berenguer III algunas plazas en pago a sus servicios, instalándose en la aldea de Falcó, que algunos asocian a Faucon de Barcelonnette y otros a Faucon du Caire. Su mujer, Marta de Fenollet, dio a luz a un niño al que llamaron Joan de Mataplana. El apellido familiar, con el paso del tiempo, se fue transformando en Matha. Esta tradición no es desconocida para algunos documentos de la Orden Trinitaria, como la Crónica de la Provincia de Castilla, León y Navarra escrita por Fr. Francisco de la Vega en 1720, ni para otros ajenos a la Orden, como la Vida de los gloriosos patriarcas san Juan de Mata y san Félix de Valois escrita por el jesuita Alonso de Andrade en 1668 o los Anales de Cataluña escritos por el historiador Narcis Feliu de la Penya en 1709.

El mejor vestigio de san Juan de Mata en Gombrèn es la capilla románica mandada construir por el conde Arnau Roger II, de una sola nave rectangular, con ábside orientado al este y una espadaña-campanario. Ha sido restaurada en tres ocasiones: 1618, 1859 y 1969. En el ábside conserva restos de pintura mural, y algunos elementos de valor se llevaron a los museos de Arte de Cataluña, Episcopal de Vic y del Comte Arnau de Gombrèn. Junto a la pequeña capilla se descubrieron en 1986 los restos del castillo de Mataplana, en unas excavaciones realizadas por el Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Barcelona y dirigidas por el arqueólogo Manuel Riu. Tanto el castillo como la capilla, son propiedad del médico de Gombrèn D. Eudald Maideu, que promueve la conservación de las edificaciones y los estudios de los Mataplana.

El año 1889 el obispo de Vic, Mons. Josep Morgades, mandó trasladar una imagen de san Juan de Mata al santuario de la Mare de Déu de Montgrony, cercano a Gombrèn, y nombró al fundador trinitario patrón de la localidad, para lo que se compusieron en su honor los gozos del santo. Una de sus estrofas nos recuerda la primera de las tradiciones sobre sus orígenes: “Al peu d’aquesta muntanya // de Montgrony, sou concebut, // i a Falcó de la Cerdanya // casualment havent nascut // dels Barons de Mataplana // fóreu fill, glòria i honor”.

El pueblo de Gombrèn celebra cada primero de febrero la fiesta de Sant Joan de Mata, o Sant Joan de Mataplana, y hace memoria de su carisma de redentor de cautivos, tan diferente al de aquel otro Mataplana que sale a cabalgar cada noche de difuntos haciendo cautivos para el infierno.

Capilla de Sant Joan de Mataplana, en las proximidades de Gombrèn,
mandada construir con el Conde Arnau para honrar a su santo pariente.

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